Su hermana quisiera que Tito El Bambino abandonara su afición por los caballos de paso fino porque es un pasatiempo muy costoso.
Pero el popular intérprete de ‘El amor’, que mensualmente desembolsa miles de dólares en aperos, entrenamiento, vitaminas, alimentos, ropa, sombreros y por el cuido de Aquiles El Guerrero, Reina del Rey Midas y La Bambina, descarta renunciar a la fuente de esparcimiento.
“Comencé comprando una yegua de $1,200. Por La Bambina pagué $25 mil y por otras que han salido bien caras. No me arrepiento porque, sobre todas las cosas, uno se entretiene. No me gusta estar bebiendo en la calle o con otras estupideces. Estoy gastando mi dinero en algo que es sano, que tiene un seguro”, aseguró “El Patrón” después de un despliegue de sus habilidades en el picadero de la finca de Canovanillas, donde Juny Walker cuida sus ejemplares.
Y Tito, cuyo verdadero nombre es Efraín Nevárez, paga con gusto por un pasatiempo que lo colma de felicidad y que, siempre que hace un paréntesis en sus compromisos artísticos, lo practica porque es la mejor manera de conciliar la paz.
Su deleite por los potros -también posee decenas de aves exóticas como guacamayos y cacatúas- se remonta a los días de su infancia en la urbanización Parque Ecuestre de Carolina.
En una finca aledaña, desarrollada hoy en el complejo de vivienda y centro comercial Los Colobos, Tito y sus amigos capturaban los caballos enfermos y lastimados que desechaban del hipódromo El Comandante.
Con la ayuda de sus hermanos Cuty y Alex, los curaba y los alimentaba para luego montarlos. Al cumplir 16 años, coincidiendo con su primer éxito, ‘Voy subiendo’, del disco “Violencia musical” con El Father, compró su primer potro.
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